martes, 9 de septiembre de 2014

Abeja reina abeja muerta

Tienes en el alma un enjambre blanco
de armas silenciadas.
Veo a través de tu piel
la niebla te compone como si las flores
ya no fueran suficientes.
Flores para un cadáver de cieno,
una cascada repleta de ojos como agujas
señalando hacia ninguna parte.
Entornas la mirada y te ves desde dentro:
una ciudad derruida por los cañones del hastío,
las cenizas y la escarcha.
Tienes entre las costillas el reflejo del insomnio,
la boca de marfil,
todos los animales que soñaste.
Tu cabeza se inclinará frente al Hambre
y la sangre llorará tu ausencia.
Pero no huyas de ti,
eres el arma última de tu especie.

Orfandad

Un niño de tripas azules
camina hacia la Luna,
tiene en los cabellos sudor de cristal
y labios de cieno y noche.
Se vacía su pecho de encaje
y queda tan solo la calavera.
Su boca contra la grava encierra
una oración:
Oh, dulce Madre, que dividiste tu vientre
entre la paloma y el cuervo,
bendice mi frente para que pueda partir
para que pueda soñar con tu sangre caliente.
Oh, dulce Madre, quisiera volver a tu útero
y sentir el hogar ante mi ser de carne.
Posa tu mano eterna, pósala en mí,
dibuja la cruz de luz
y déjame nadar dentro de tus ojos.
De la tierra nació la flor.
El niño de las tripas azules.

VI.

temo el hueco entre las aves porque quiero
respirar allá arriba hasta que la presión inunde
mi sangre
hasta que el viento coma de
mi carne
y la haga volátil y bella
encontrar mi pecho y acariciarlo en
la calma de las flores
sentir el hueso, ser árbol de frutos y hielo
no morir jamás

V.

recojo el líquido de mis ojos y lo visto de azul
para hacer de él un cielo
arranco las pestañas de su nacimiento, ya no protegen
de la sal
siento el fuego dentro
siento lo mortal
tiemblo sobre la rama, un gorrión no puede volar
grita a su madre
grita a su hogar vacío
quisiera extirpar sus córneas para que lograse
la Palabra

Dentro de la noche

Otorgarle cuerpo a la flor olvidada
para introducir los dedos en sus estambres.
Empaparme de su líquido mortal y que reine
en mi noche
su suero de dulce mortalidad,
sonrosando la muerte a mi cuerpo
mi corazón de fruto inmaduro.
Que abran las puertas de todos los hogares y pinten
con mi sangre astros en las frentes de los primogénitos,
para que así nunca vuelen
para que así nunca sientan.
Conservar la humedad de la flor marchita,
envasar la fertilidad
la tierra entre las costillas.
Los estambres se balancean colgando de los balcones
y los cachorros alimentan mi estómago
con su azúcar azul.
En la oscuridad, quedamos todos
tumbados con los labios cosidos
por los pétalos.

Corroer

Dime por qué limpias de tu boca el alimento
cuando devoras la tierra y mi cuerpo
y tu sangre se ensancha dentro de tus venas
hasta dibujar sobre mí el tapiz de todas las lunas
Eres demasiado joven para saber de las aves
aquellas que arrancan los ojos de los que señalan
Deja que te arrastre todo el camino hasta la cama
de arena, como mi nombre,
porque yo soy solo en tu mente
porque yo soy un juguete de madera
que no limpiará de su boca el azul de tus iris.

El eterno espejo

Ojo y alma alineados contra las estatuas
que fueron hechas para resaltar nuestras deformidades,
pero entonces he ahí el ínfimo aleteo de David entre sus muslos
y ya nadie me señala en la cicatriz ni en la llaga
porque el templo se ha desplomado sin llantos,
solo resuena el canto de los dedos aplicando filtros
a nuestras bellas crisálidas.

IV.

Lloro la leche que nunca mamé
pues madre fue de tierra
y en la cuna un llanto sordo
de orquídeas y noche.
Me crié dentro de la flor huida
para conservar la raíz,
pero ahora me muerdo el interior
de los labios degustando la sangre
sin lactosa,
pura y extinta de lobos y parásitos.

Amenaza

La noche en que vi los bultos
las grandes puños morados de la enfermedad
atravesando el pecho del hombre
del ser tendido en toda su extensión
como un tallo agotado
donde perdí mi infancia y mi anhelo
Allí mi sangre y mis huesos derrumbados
ocultos bajo un aluvión de pájaros muertos
así el olor a tierra recubrió mi luto
Las ramas me crecían pero yo huí
desde dentro
buscando la luz, la ceguera eterna
porque ahora tiemblo cuando cierro los ojos
y tumbo mi cuerpo mientras miro mi pecho
y veo diminutos bultos morados
que bailan como hormigas tóxicas.

El sacrificio

Si no puedo llorarle a mi hambre
de amapolas y cristales serán mis ojos.
Todo océano de fuego
-el hogar sin calma
la vigilia de mi ser-
desaparecerá conmigo en el reflejo
de mi propio vientre.
Permitid el agua en mi boca
y yo os donaré mis órganos de tinta.

Regreso al inicio

Madre, permite mi vuelta al vientre
ver tus ojos de cristal donde no quede
sol ni ahora
Siento un gran escozor en mi vida
como recuerdo del amor huérfano
hacia el cuerpo y su sangre.
Madre, madre, gira tu cielo hacia mí
haz de mi muerte una explosión de flores
y borra mi existencia,
mi fuego y mi cielo,
mi yo acuático
que te desea justo antes del sueño.
Dime si esto que acuno entre mis brazos
es mi alma
o simplemente la inverosímil máscara
de la soledad.

Mimetismo

Hacia el derribo definitivo de la carne camino
con un jazmín de oro entre las costillas
Se amontona la escarcha bajo mis pies,
siempre alrededor de los animales muertos
De repente el tallo, un brote de agua fría,
lame mis venas porque entiende la fealdad de mi existencia
Es mi aliento aquella rama seca
que es de la tierra y del olvido.

Los ojos agrietados por el tigre que soy yo y todos los hombres

He visto una capa de negro llanto con tres rosas en el pecho
envolver ganado y cría
como un todo que se nubla con la obsolescencia
de la palabra.
He visto a miles de niños devorar a otros niños,
el sino reflejado en la sangre
de toda mi descendencia.
Dios, tú que comes de tus hijos
no te lleves mis órganos aún
no permitas mi renacer en bestia.
Hundir mis garras en un cuello blando
para observar cómo la flor y por qué la sombra.
Siento la llama en mí
pero reniego de su voz
-no a la voz,
no a la sangre-
aparto de mi cabello el viento que bebe la tierra
y vuelve a ser en mí:
el rugido.

Hacia la otra orilla

Ser el líquido que acurruca a los órganos
en el canto último del día,
romper la caverna nuestra
de fría y niña ignorancia.
¡Cómo suenan las palabras perdidas
desde este hogar de sangre,
desde esta ventana cóncava y triste
que canta nanas ahogadas!
Encontrar el tuétano y unificarlo
con claveles e incienso,
amortajarlo para que así sienta
la tierra y el mar.
Luego la apertura hacia el abismo,
la barca echada a la deriva
entre peces y flores muertas.
¡Qué canto de sirena nos imanta,
nos besa la piel,
nos humedece el alma!
Aquí traigo mi vida azul
rodeada de cielo.
Aquí y ahora

ser.

Veganismo

Aprenderé a introducir la hierba en mi boca
como lo hace el ganado antes de morir
Sus ojos formando las órbitas,
el camino hacia, la lente del abismo
y la sombra
Las raíces capturan a las moscas
en su sueño de esperanza, quieren
conseguir el sol, quieren
arrancarse las extremidades con dientes de lluvia
Penetro mi lengua con el río verde
la tiño de sangre y el mar, después de todo,

suena a muerte.

Deshazte de la inocencia

Comparte tu pulsación con la tierra
pues Madre va a volver con un cesto
repleto de cabezas azules
                                [Todas para ti
Deberás comer una a una sus manos
de nacimiento sin Luna
como aquella fresa pálida de tu vientre
 Las estaciones están
dentro de ti aprende a acariciarlas
                                [Todas para ti
Y entonces te ofrece un cubo de espinas
donde introducir los dedos
hasta besar la luz definitiva.

La llamada

Camino entre el centeno y me canto para no perderme
Huele a fertilidad y a Madre
Sé que ahora soy parte de la matriz,
el hielo quedó a las afueras
el centeno cubre mis ojos y me canta
como hice yo con mi infancia
como hice yo con mi sombra de niña sin lengua
Encuentro el grano último, lo beso,
lo introduzco en mi boca
La unión de la sangre.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Premonición

Setenta y cinco demonios bailarán sobre tu frente
unidos por máscaras de gas,
mas tú no verás sus rostros pues serás polvo.
Quédate en cama, no pronuncies la Palabra,
espera a que un ángel de pólvora caiga sobre ti.
La inocencia está allá, donde el ciervo se alimenta
en los pastos de plutonio de Nuestro Señor.
Si deseas conocer el comienzo, hunde la mano
en tu estómago y separa la humedad
de la eterna espada

El desgarro de la especie humana

Imagínese un cielo negro abrazando su cuerpo
caliente como venas enamoradas de la noche.
¿Siente su hálito,
su temporalidad precipitada
hacia el despliegue de la carne?
Cántele al cielo mientras pulsa
la metralla del lobo
y bañe su corazón en ella.
Esas bombas allá comen carne de niño
en el parque de atracciones
en el jardín repleto de flores que
colocarán sobre sus lápidas.
Imagínese ahora un centenar de agujas
besando su estómago
y su madre llorándole a una cuna vacía,
meciendo la sangre y el llanto a partes iguales.
¿Siente su nombre-aullido-infierno
entre el fusil y el poder?
Abra los ojos y contemple la vaca muerta
el ídolo de sal
la tierra yerma,
y responda: ¿es usted la imagen y semejanza de Dios?

Tras la infancia

¿Oyes los tambores allá en el horizonte?
¿Oyes en tu cabeza de fría oscuridad?
Vienen a por ti los niños,
vienen a beber de tu sangre porque mataste tu nombre
Quieren que pronuncies tu naturaleza,
colocar un caballo ante tus ojos
y que lo lamas con tu lengua
No olvides el Hogar, hermano
No dejes al azar la aurora porque no despertarás
con el cuello erguido
con el índice señalando
¿Oyes ya el canto que viaja por las caracolas?
¿Oyes ya mi molusco niño dañando mis venas?
Soy de agua negra, hermano
Yo soy en la penumbra tu espera y tu llanto
Recuerda al Padre,
el vencejo eterno sobre la noche

Tu muerte es un réquiem de arena.

Señalar la herida

Mi pecho bañado en moho

Dibujo una cruz

El tiempo y la sangre, la estría

en mi cuerpo.

El alimento

Los ángeles oprimen mis pechos
-el metal y la espina a cada lado-
expandiéndose el vacío ante mi aura.
Dios aún no ha nacido
Se inclinan las aves hacia el estanque y beben
de la sangre pura de mi descanso.
Oliendo a cadáver feliz, alejada ya de las heces
y la Norma,
la tierra me recibe como la flor de agua.
Dios aún no ha llegado
Soy ceniza,
el eco de la extremaunción baila
                                            [las raíces
                                             el viento
                                             una cucaracha y sus larvas
todo entorno a mi espíritu en el terreno vivo.
Mi cuerpo es el alimento que os hará vivir.

Diálogo contra uno

Para qué la sangre?
Por qué siento a este animal muerto
que son mis manos?
Escucha mi lamento, dime
si este el canto de sirena
si esta la anfetamina de mi vientre
que me despierta siempre con el color exacto
de un espejo llorado por la fruta, por la piel
Miro mis labios, están
anidando un aluvión de narcisos
y ya deserto de esta la cama sin dueño
que no me posee
pues es la sangre huérfana de mi huida

Hastío

Me asomo a la ventana y las casas con los árboles con la iglesia
una bandada de pájaros más arriba cigüeñas en círculos
cada vez más y más abiertos
en medio la bruma del río moribundo
Amanece y anochece y contemplo en cada pared de cal cubierta en cada copa
lejana y doliente en cada ventanal en cada
vuelo perfecto
el reflejo del miedo y la desolación
que es mi rostro apoyado en el cristal de mi habitación

La penumbra

Una vez me abrieron el pecho para comprobar si
todavía me latía el corazón yo les avisé
de una bujía de una diminuta ramificación de oscuridad
enamorada de mis arterías
estaba apegada a un tramo central por donde pasaban
millones de glóbulos rojos como hormigas devorando
el tronco y el musgo
Sus manos estaban frías tan frías como un suspiro
pero no oyeron nada
ni siquiera el llanto quedo de la flor muerta que encierro
en mi gran e inerte pecho

El peso

Tengo un mundo más blando entre mis dedos
porque he enterrado mis defectos bajo una montaña
de autoengaño
Nada queda ahora que giro en círculos
intentando encontrar una baldosa hueca
donde introducir mi seca piel
"Soy de carne pues aún consigo verme a través del cemento"
me digo mientras canto una canción cuya letra no recuerdo
Siento cómo pesa mi pecho en cada pisada
subiendo escalones de arena que solo me llevan
al punto de inicio
Quizá no pueda huir en un mundo de redonda hipocresía

Blancanieves y la manzana

Guardo los relojes sin pilas para que sus órganos no me tienten
para que su hielo no queme mi frente de dulce amargura
y la edad siga flotando por encima un rostro sin botox
Al final del día quedan solo las marcas de sujetador
la piel rosada repleta de la exquisita saliva de los encajes
sufriendo de asfixia pues aún existen las cadenas
Morir mientras se duerme era aquello que sucedía en cada final Disney:
besar al hombre que ha de llevarte sobre su regazo
después de arrancar tu apellido de cada factura.

Sucumbir

El amor es una sirena que bebe de su propio aliento
sin cesar las escamas multiplicándose como dientes incandescentes
Nunca olvidaré la forma en la que el viento violaba a una gaviota
la empujaba hacia el límite de mis ojos y yo sentía su furia contra la mía
deseaba ser la gaviota con las alas ensangrentadas
Así todo el tiempo a mis pies se tradujo en quimera en una enorme vorágine de espigas
que me conducían hacia la luz inevitable
pero yo no podía penetrar en lo desconocido
pues mi cuerpo estaba comido por las escamas

Ojos de aguja

Recojo de la sartén los trozos de carne muerta esperando a que vuelvan a mi piel
niña
que llora tras el cristal de luna de una frente sin límite
Me pregunto cuánto tardaría en recorrer un campo de mierda con estas sandalias de Zara
si sirvo para algo más que para llenar los huecos vacíos de otras muecas
Mi cabello cae en cada lavado y se queda ahí mirándome como una bulímica
que vomita los corazones de sus amantes millonarios
Salir de entre las sábanas es ahora una lucha entre el amor propio y la regeneración
sobre todo ahora que mis hormonas se atrofian porque ya soy adulta
porque ya debo responder con una firma y no con caramelos
Quisiera entregarle a cada ser humano un trozo de mi carne, poco hecha,
para que supieran el precio de la mortalidad.

Metamorfosis

En esta noche no te pronuncio para que no
seas para que no llegue
el vacío
Guardo en mis manos la ponzoña del recuerdo
se retuerce en la mente una silueta
no queda el rostro, solo las pupilas
Corazón, bombea mi vida
ahora que huelo a muerte
Tengo miedo
tengo viento
tengo una racimo de despedidas como caracolas
que no saben volver a la mar
La realidad
La demencia
Dime cómo nombrarte si aún no sé
quién habita en mí si aún no encuentro
mis venas
por más que intente sentir la piel no responde
Clavo la uña en el pecho, excreta río negro
no quiero ordenar sus peces
Renuncio a la Palabra
Quiero ser animal
Quiero ser animal
Quiero ser animal
El espejo contempla un bombardeo y mis extremidades
se mudan hacia afuera
mudo la piel y la lengua
mudo las vísceras y lo azul
Ya no queda nada dentro
El eco

Una crisálida indefensa

El otro cuerpo

La radiografía muestra el desierto
rozo con mis dedos la costilla y la amo
Nace la radiación y dormimos hasta mañana
hasta el final del vacío
Mis huesos el espejo la cavidad olvidada
Una galaxia encerrada perdida en el tuétano
Y lloran las estrellas ante el uranio
ante el plutonio
ante la electricidad de un beso
pues el odio me exprime
Quedo congelada en un negativo donde no hay carne
donde no hay sangre.

Ciclo

Me levantaron la frente señalando hacia los barcos
y dijeron: "Eres madera".
Recordaron la sal introduciéndola en la herida
y gritaron: "Eres polvo".
Las hormigas subieron entonces por los brazos
y llegaron a mis ojos
incubando en ellos su ira
su miel sus cuerpos de tinta infinita.
Vi mi cuerpo inundado de tierra
la boca y las cuencas aguadas, el fuego de muerte
y me susurré: "Ahora eres vida"

Exposición

Reposo frente las aves calculando el momento exacto
en que eligen la corriente caliente
como la sangre
bombeando los músculos en el susurro
en la palabra.
No encuentro en mí afirmación
ni universo,
solo soy una larva que se arrastra
que se come a sí misma
que elige la muerte.
Mi piel blanca duele en los límites del reflejo,
llamo a la madre que hay en mí
responde con un aullido.
He nacido para la autodestrucción.

Catarsis

El hacinamiento de cadáveres sobre mi frente, siento
su peso de marfil su peso de cielo
corro hacia dónde
corro hacia quién
Abro mi pecho y no encuentro la luz, no
queda azul ni viento
Quiero el aullido en mi centro
pero solo recojo humo
Sobre la sal encuentro mi cuerpo
rozando acariciando oliendo el sexo de lo animal
lo desconocido
El lobo que hay en mí huye
y ya no me quedan heridas para lamer

El espacio entre

Eres un pez muerto volando hacia abajo
hacia el estómago negro del negro mar
Estoy ciega, arrancaron tus ojos
y yo ya no puedo ver mi reflejo
La tierra está cubierta de sal
cubierta de flores
cubierta de muerte
Quiero escapar pero tú eres un pez muerto volando hacia abajo
Y yo
luz

III.

Puedo verme entre las agujas de un corazón
abierto justo por el centro
La sangre es más oscura allí donde se ha amado
Aún recuerdo la arritmia del dolor
la pura carne saboreada por el lobo
la manada con sus dientes y sus manchas
Escucho desde la llama fría del olvido
el chasquido de las venas al explotar
hacia dentro,
como un pez sobrealimentado
como un pez burgués y sonrosado
que ceba a sus hijos para devorarlos
Fui en la herida y no cicatricé,
fracturé el sexo de mi madre,
deshice el amanecer con mi llanto
y aún así las agujas me señalan con ternura

II.

Haz de mi cuerpo el alimento que te nutra
cuando desees vivir
Quiero que con tus manos tejas sobre mi espalda
la tela de araña que imagino
Ser presa
Ser ordeñada por la humedad de otro cuerpo
hasta sacar de mí la muerte
Utiliza tu pupila como daga porque la noche
necesita sangrar
Transmitamos la rabia a los mamíferos
a los mortales en su fría aurora de sueño
Haz de mi cuerpo el arma que destruya tu razón
Salgamos de la piel,
de la tierra,
del cielo abierto en tres mil plagas
No saborees lo efímero
ahora somos agua

I.

El pájaro que anuncia la lluvia no consiguió
predecir mi muerte.
Esperé en la mecedora la ruptura del asfalto.
Imaginé sentir la proyección de los astros en mí.
Miré mi ombligo por si sangraba la noche
de mi nacimiento.
No encontré la oración que me hiciera llegar
hasta la eternidad.

Yo

Mi nacimiento dibujó un campo de concentración
en mis pechos
Sedosos son los martillos cuando taladran
la fría daga de mi frente
y recogen con su savia la aurora que hay en mí
Ahora en la red madura no quedan frutos
pues los ángeles descendieron y mis pies
besan la mugre
Siento el abrazo del hierro, siento
mi piel enroscada entorno al agua
entorno a la vida, alimentándose de mí
Cada germen en mi cabeza está regado con sal
para que no vuelva a nacer
Cada poro secreta gas
dentro de mi jaula de luz y arena
Soy inmortal, eterna en la pesadumbre
No existe la levedad

Réquiem de agua

Miraba la huella marina
Su muerte azul enredada
Como los remolinos de cuervos de mis ojos
Todos los días llueve tras de mí un millón de cabezas vacías
Intento abrirlas pero mis dedos son ramas
Son pinzas
Son plumas
Y no me encuentro el puñal en ninguno de los costados
Donde lo deje para emergencias
Llega entonces la ambulancia cargada de moluscos
Me duele el estómago
Dentro habita la ballena y su joroba
Pero no la enseño
Es mía
Mi pequeña huella marina que ahoga mis entrañas
Mi muerte azul de gaviota prostituida por la ciudad y el tiempo