lunes, 13 de octubre de 2014

Te escribo:
Arrancar tu médula del cosmos y pintarla
con todas sus pupilas
Pulsar el botón, borrar arrancar
su eco retumba en mi vientre
el animal
Sangrar con tu médula el cosmos
Elijo el sonido de tu cuerpo
único verdadero
Me hablas de nacimiento cuando me aferro
a las esquinas de mis venas
cuando soy ínfima y no me encuentro
Tu médula alimenta todo tu cuerpo
Podría soplarme las manos y se desvanecerían
sin haberte tocado
¿Ves en ellas la piel que me abandona?
Tu médula pronuncia mi nombre en el orden exacto
Mi voz suena diferente
callo
oigo mi mente encerrada
oigo los pasos
Camina tu médula hacia el fuego
El frío también escuece en la sangre olvidada
en la sangre no amada
en la sangre que queda y no se reproduce en otras formas
Hacia el fuego yo me adentro con tu médula
Pisar la hierba con el llanto
tocar la tierra donde nace la espina
Me pregunto si aún existen las hormigas
ya no las siento comer de mi corazón
Tienes el sabor de toda muerte
Con la boca comulgo frente a ti
antes de apartar la sombra
sufre la sangre escuchándome desde
la otra línea
es la lluvia de puro ácido lo que me separó de mí
no de mi carne no de mis muslos rociados con la escarcha
yo germen de vida
yo cigoto sin habla
sino de la fibra última y más verdadera
por las paredes repto hacia la cúpula de cristal
es translúcida como la piel que ya no me recubre
siento el frío siento el fuego
sigo el camino hacia
el camino a través
gira en torno a mí y escucha porque este pecho ya no
contagiará a las pequeñas bestias

jueves, 2 de octubre de 2014

Tengo a todas las aves volando en círculo
sobre mi cabeza pero tú aún
no has girado hacia el cielo pero tú aún
no has recogido las semillas de mi vientre y has visto
que sigo aquí a tu lado como aquel
ciervo que huele la muerte en su madre pero
todavía mama de la leche caliente pero todavía
bala sobre el musgo que poco a poco
lo viste de niebla y yo entorno mis ojos hacia las aves
y deseo no tener manos ni dedos para así
poder acariciarte el alma

martes, 9 de septiembre de 2014

Abeja reina abeja muerta

Tienes en el alma un enjambre blanco
de armas silenciadas.
Veo a través de tu piel
la niebla te compone como si las flores
ya no fueran suficientes.
Flores para un cadáver de cieno,
una cascada repleta de ojos como agujas
señalando hacia ninguna parte.
Entornas la mirada y te ves desde dentro:
una ciudad derruida por los cañones del hastío,
las cenizas y la escarcha.
Tienes entre las costillas el reflejo del insomnio,
la boca de marfil,
todos los animales que soñaste.
Tu cabeza se inclinará frente al Hambre
y la sangre llorará tu ausencia.
Pero no huyas de ti,
eres el arma última de tu especie.

Orfandad

Un niño de tripas azules
camina hacia la Luna,
tiene en los cabellos sudor de cristal
y labios de cieno y noche.
Se vacía su pecho de encaje
y queda tan solo la calavera.
Su boca contra la grava encierra
una oración:
Oh, dulce Madre, que dividiste tu vientre
entre la paloma y el cuervo,
bendice mi frente para que pueda partir
para que pueda soñar con tu sangre caliente.
Oh, dulce Madre, quisiera volver a tu útero
y sentir el hogar ante mi ser de carne.
Posa tu mano eterna, pósala en mí,
dibuja la cruz de luz
y déjame nadar dentro de tus ojos.
De la tierra nació la flor.
El niño de las tripas azules.

VI.

temo el hueco entre las aves porque quiero
respirar allá arriba hasta que la presión inunde
mi sangre
hasta que el viento coma de
mi carne
y la haga volátil y bella
encontrar mi pecho y acariciarlo en
la calma de las flores
sentir el hueso, ser árbol de frutos y hielo
no morir jamás

V.

recojo el líquido de mis ojos y lo visto de azul
para hacer de él un cielo
arranco las pestañas de su nacimiento, ya no protegen
de la sal
siento el fuego dentro
siento lo mortal
tiemblo sobre la rama, un gorrión no puede volar
grita a su madre
grita a su hogar vacío
quisiera extirpar sus córneas para que lograse
la Palabra

Dentro de la noche

Otorgarle cuerpo a la flor olvidada
para introducir los dedos en sus estambres.
Empaparme de su líquido mortal y que reine
en mi noche
su suero de dulce mortalidad,
sonrosando la muerte a mi cuerpo
mi corazón de fruto inmaduro.
Que abran las puertas de todos los hogares y pinten
con mi sangre astros en las frentes de los primogénitos,
para que así nunca vuelen
para que así nunca sientan.
Conservar la humedad de la flor marchita,
envasar la fertilidad
la tierra entre las costillas.
Los estambres se balancean colgando de los balcones
y los cachorros alimentan mi estómago
con su azúcar azul.
En la oscuridad, quedamos todos
tumbados con los labios cosidos
por los pétalos.

Corroer

Dime por qué limpias de tu boca el alimento
cuando devoras la tierra y mi cuerpo
y tu sangre se ensancha dentro de tus venas
hasta dibujar sobre mí el tapiz de todas las lunas
Eres demasiado joven para saber de las aves
aquellas que arrancan los ojos de los que señalan
Deja que te arrastre todo el camino hasta la cama
de arena, como mi nombre,
porque yo soy solo en tu mente
porque yo soy un juguete de madera
que no limpiará de su boca el azul de tus iris.

El eterno espejo

Ojo y alma alineados contra las estatuas
que fueron hechas para resaltar nuestras deformidades,
pero entonces he ahí el ínfimo aleteo de David entre sus muslos
y ya nadie me señala en la cicatriz ni en la llaga
porque el templo se ha desplomado sin llantos,
solo resuena el canto de los dedos aplicando filtros
a nuestras bellas crisálidas.

IV.

Lloro la leche que nunca mamé
pues madre fue de tierra
y en la cuna un llanto sordo
de orquídeas y noche.
Me crié dentro de la flor huida
para conservar la raíz,
pero ahora me muerdo el interior
de los labios degustando la sangre
sin lactosa,
pura y extinta de lobos y parásitos.

Amenaza

La noche en que vi los bultos
las grandes puños morados de la enfermedad
atravesando el pecho del hombre
del ser tendido en toda su extensión
como un tallo agotado
donde perdí mi infancia y mi anhelo
Allí mi sangre y mis huesos derrumbados
ocultos bajo un aluvión de pájaros muertos
así el olor a tierra recubrió mi luto
Las ramas me crecían pero yo huí
desde dentro
buscando la luz, la ceguera eterna
porque ahora tiemblo cuando cierro los ojos
y tumbo mi cuerpo mientras miro mi pecho
y veo diminutos bultos morados
que bailan como hormigas tóxicas.

El sacrificio

Si no puedo llorarle a mi hambre
de amapolas y cristales serán mis ojos.
Todo océano de fuego
-el hogar sin calma
la vigilia de mi ser-
desaparecerá conmigo en el reflejo
de mi propio vientre.
Permitid el agua en mi boca
y yo os donaré mis órganos de tinta.

Regreso al inicio

Madre, permite mi vuelta al vientre
ver tus ojos de cristal donde no quede
sol ni ahora
Siento un gran escozor en mi vida
como recuerdo del amor huérfano
hacia el cuerpo y su sangre.
Madre, madre, gira tu cielo hacia mí
haz de mi muerte una explosión de flores
y borra mi existencia,
mi fuego y mi cielo,
mi yo acuático
que te desea justo antes del sueño.
Dime si esto que acuno entre mis brazos
es mi alma
o simplemente la inverosímil máscara
de la soledad.

Mimetismo

Hacia el derribo definitivo de la carne camino
con un jazmín de oro entre las costillas
Se amontona la escarcha bajo mis pies,
siempre alrededor de los animales muertos
De repente el tallo, un brote de agua fría,
lame mis venas porque entiende la fealdad de mi existencia
Es mi aliento aquella rama seca
que es de la tierra y del olvido.

Los ojos agrietados por el tigre que soy yo y todos los hombres

He visto una capa de negro llanto con tres rosas en el pecho
envolver ganado y cría
como un todo que se nubla con la obsolescencia
de la palabra.
He visto a miles de niños devorar a otros niños,
el sino reflejado en la sangre
de toda mi descendencia.
Dios, tú que comes de tus hijos
no te lleves mis órganos aún
no permitas mi renacer en bestia.
Hundir mis garras en un cuello blando
para observar cómo la flor y por qué la sombra.
Siento la llama en mí
pero reniego de su voz
-no a la voz,
no a la sangre-
aparto de mi cabello el viento que bebe la tierra
y vuelve a ser en mí:
el rugido.

Hacia la otra orilla

Ser el líquido que acurruca a los órganos
en el canto último del día,
romper la caverna nuestra
de fría y niña ignorancia.
¡Cómo suenan las palabras perdidas
desde este hogar de sangre,
desde esta ventana cóncava y triste
que canta nanas ahogadas!
Encontrar el tuétano y unificarlo
con claveles e incienso,
amortajarlo para que así sienta
la tierra y el mar.
Luego la apertura hacia el abismo,
la barca echada a la deriva
entre peces y flores muertas.
¡Qué canto de sirena nos imanta,
nos besa la piel,
nos humedece el alma!
Aquí traigo mi vida azul
rodeada de cielo.
Aquí y ahora

ser.

Veganismo

Aprenderé a introducir la hierba en mi boca
como lo hace el ganado antes de morir
Sus ojos formando las órbitas,
el camino hacia, la lente del abismo
y la sombra
Las raíces capturan a las moscas
en su sueño de esperanza, quieren
conseguir el sol, quieren
arrancarse las extremidades con dientes de lluvia
Penetro mi lengua con el río verde
la tiño de sangre y el mar, después de todo,

suena a muerte.

Deshazte de la inocencia

Comparte tu pulsación con la tierra
pues Madre va a volver con un cesto
repleto de cabezas azules
                                [Todas para ti
Deberás comer una a una sus manos
de nacimiento sin Luna
como aquella fresa pálida de tu vientre
 Las estaciones están
dentro de ti aprende a acariciarlas
                                [Todas para ti
Y entonces te ofrece un cubo de espinas
donde introducir los dedos
hasta besar la luz definitiva.

La llamada

Camino entre el centeno y me canto para no perderme
Huele a fertilidad y a Madre
Sé que ahora soy parte de la matriz,
el hielo quedó a las afueras
el centeno cubre mis ojos y me canta
como hice yo con mi infancia
como hice yo con mi sombra de niña sin lengua
Encuentro el grano último, lo beso,
lo introduzco en mi boca
La unión de la sangre.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Premonición

Setenta y cinco demonios bailarán sobre tu frente
unidos por máscaras de gas,
mas tú no verás sus rostros pues serás polvo.
Quédate en cama, no pronuncies la Palabra,
espera a que un ángel de pólvora caiga sobre ti.
La inocencia está allá, donde el ciervo se alimenta
en los pastos de plutonio de Nuestro Señor.
Si deseas conocer el comienzo, hunde la mano
en tu estómago y separa la humedad
de la eterna espada

El desgarro de la especie humana

Imagínese un cielo negro abrazando su cuerpo
caliente como venas enamoradas de la noche.
¿Siente su hálito,
su temporalidad precipitada
hacia el despliegue de la carne?
Cántele al cielo mientras pulsa
la metralla del lobo
y bañe su corazón en ella.
Esas bombas allá comen carne de niño
en el parque de atracciones
en el jardín repleto de flores que
colocarán sobre sus lápidas.
Imagínese ahora un centenar de agujas
besando su estómago
y su madre llorándole a una cuna vacía,
meciendo la sangre y el llanto a partes iguales.
¿Siente su nombre-aullido-infierno
entre el fusil y el poder?
Abra los ojos y contemple la vaca muerta
el ídolo de sal
la tierra yerma,
y responda: ¿es usted la imagen y semejanza de Dios?

Tras la infancia

¿Oyes los tambores allá en el horizonte?
¿Oyes en tu cabeza de fría oscuridad?
Vienen a por ti los niños,
vienen a beber de tu sangre porque mataste tu nombre
Quieren que pronuncies tu naturaleza,
colocar un caballo ante tus ojos
y que lo lamas con tu lengua
No olvides el Hogar, hermano
No dejes al azar la aurora porque no despertarás
con el cuello erguido
con el índice señalando
¿Oyes ya el canto que viaja por las caracolas?
¿Oyes ya mi molusco niño dañando mis venas?
Soy de agua negra, hermano
Yo soy en la penumbra tu espera y tu llanto
Recuerda al Padre,
el vencejo eterno sobre la noche

Tu muerte es un réquiem de arena.

Señalar la herida

Mi pecho bañado en moho

Dibujo una cruz

El tiempo y la sangre, la estría

en mi cuerpo.

El alimento

Los ángeles oprimen mis pechos
-el metal y la espina a cada lado-
expandiéndose el vacío ante mi aura.
Dios aún no ha nacido
Se inclinan las aves hacia el estanque y beben
de la sangre pura de mi descanso.
Oliendo a cadáver feliz, alejada ya de las heces
y la Norma,
la tierra me recibe como la flor de agua.
Dios aún no ha llegado
Soy ceniza,
el eco de la extremaunción baila
                                            [las raíces
                                             el viento
                                             una cucaracha y sus larvas
todo entorno a mi espíritu en el terreno vivo.
Mi cuerpo es el alimento que os hará vivir.

Diálogo contra uno

Para qué la sangre?
Por qué siento a este animal muerto
que son mis manos?
Escucha mi lamento, dime
si este el canto de sirena
si esta la anfetamina de mi vientre
que me despierta siempre con el color exacto
de un espejo llorado por la fruta, por la piel
Miro mis labios, están
anidando un aluvión de narcisos
y ya deserto de esta la cama sin dueño
que no me posee
pues es la sangre huérfana de mi huida

Hastío

Me asomo a la ventana y las casas con los árboles con la iglesia
una bandada de pájaros más arriba cigüeñas en círculos
cada vez más y más abiertos
en medio la bruma del río moribundo
Amanece y anochece y contemplo en cada pared de cal cubierta en cada copa
lejana y doliente en cada ventanal en cada
vuelo perfecto
el reflejo del miedo y la desolación
que es mi rostro apoyado en el cristal de mi habitación

La penumbra

Una vez me abrieron el pecho para comprobar si
todavía me latía el corazón yo les avisé
de una bujía de una diminuta ramificación de oscuridad
enamorada de mis arterías
estaba apegada a un tramo central por donde pasaban
millones de glóbulos rojos como hormigas devorando
el tronco y el musgo
Sus manos estaban frías tan frías como un suspiro
pero no oyeron nada
ni siquiera el llanto quedo de la flor muerta que encierro
en mi gran e inerte pecho

El peso

Tengo un mundo más blando entre mis dedos
porque he enterrado mis defectos bajo una montaña
de autoengaño
Nada queda ahora que giro en círculos
intentando encontrar una baldosa hueca
donde introducir mi seca piel
"Soy de carne pues aún consigo verme a través del cemento"
me digo mientras canto una canción cuya letra no recuerdo
Siento cómo pesa mi pecho en cada pisada
subiendo escalones de arena que solo me llevan
al punto de inicio
Quizá no pueda huir en un mundo de redonda hipocresía

Blancanieves y la manzana

Guardo los relojes sin pilas para que sus órganos no me tienten
para que su hielo no queme mi frente de dulce amargura
y la edad siga flotando por encima un rostro sin botox
Al final del día quedan solo las marcas de sujetador
la piel rosada repleta de la exquisita saliva de los encajes
sufriendo de asfixia pues aún existen las cadenas
Morir mientras se duerme era aquello que sucedía en cada final Disney:
besar al hombre que ha de llevarte sobre su regazo
después de arrancar tu apellido de cada factura.

Sucumbir

El amor es una sirena que bebe de su propio aliento
sin cesar las escamas multiplicándose como dientes incandescentes
Nunca olvidaré la forma en la que el viento violaba a una gaviota
la empujaba hacia el límite de mis ojos y yo sentía su furia contra la mía
deseaba ser la gaviota con las alas ensangrentadas
Así todo el tiempo a mis pies se tradujo en quimera en una enorme vorágine de espigas
que me conducían hacia la luz inevitable
pero yo no podía penetrar en lo desconocido
pues mi cuerpo estaba comido por las escamas

Ojos de aguja

Recojo de la sartén los trozos de carne muerta esperando a que vuelvan a mi piel
niña
que llora tras el cristal de luna de una frente sin límite
Me pregunto cuánto tardaría en recorrer un campo de mierda con estas sandalias de Zara
si sirvo para algo más que para llenar los huecos vacíos de otras muecas
Mi cabello cae en cada lavado y se queda ahí mirándome como una bulímica
que vomita los corazones de sus amantes millonarios
Salir de entre las sábanas es ahora una lucha entre el amor propio y la regeneración
sobre todo ahora que mis hormonas se atrofian porque ya soy adulta
porque ya debo responder con una firma y no con caramelos
Quisiera entregarle a cada ser humano un trozo de mi carne, poco hecha,
para que supieran el precio de la mortalidad.

Metamorfosis

En esta noche no te pronuncio para que no
seas para que no llegue
el vacío
Guardo en mis manos la ponzoña del recuerdo
se retuerce en la mente una silueta
no queda el rostro, solo las pupilas
Corazón, bombea mi vida
ahora que huelo a muerte
Tengo miedo
tengo viento
tengo una racimo de despedidas como caracolas
que no saben volver a la mar
La realidad
La demencia
Dime cómo nombrarte si aún no sé
quién habita en mí si aún no encuentro
mis venas
por más que intente sentir la piel no responde
Clavo la uña en el pecho, excreta río negro
no quiero ordenar sus peces
Renuncio a la Palabra
Quiero ser animal
Quiero ser animal
Quiero ser animal
El espejo contempla un bombardeo y mis extremidades
se mudan hacia afuera
mudo la piel y la lengua
mudo las vísceras y lo azul
Ya no queda nada dentro
El eco

Una crisálida indefensa

El otro cuerpo

La radiografía muestra el desierto
rozo con mis dedos la costilla y la amo
Nace la radiación y dormimos hasta mañana
hasta el final del vacío
Mis huesos el espejo la cavidad olvidada
Una galaxia encerrada perdida en el tuétano
Y lloran las estrellas ante el uranio
ante el plutonio
ante la electricidad de un beso
pues el odio me exprime
Quedo congelada en un negativo donde no hay carne
donde no hay sangre.

Ciclo

Me levantaron la frente señalando hacia los barcos
y dijeron: "Eres madera".
Recordaron la sal introduciéndola en la herida
y gritaron: "Eres polvo".
Las hormigas subieron entonces por los brazos
y llegaron a mis ojos
incubando en ellos su ira
su miel sus cuerpos de tinta infinita.
Vi mi cuerpo inundado de tierra
la boca y las cuencas aguadas, el fuego de muerte
y me susurré: "Ahora eres vida"

Exposición

Reposo frente las aves calculando el momento exacto
en que eligen la corriente caliente
como la sangre
bombeando los músculos en el susurro
en la palabra.
No encuentro en mí afirmación
ni universo,
solo soy una larva que se arrastra
que se come a sí misma
que elige la muerte.
Mi piel blanca duele en los límites del reflejo,
llamo a la madre que hay en mí
responde con un aullido.
He nacido para la autodestrucción.

Catarsis

El hacinamiento de cadáveres sobre mi frente, siento
su peso de marfil su peso de cielo
corro hacia dónde
corro hacia quién
Abro mi pecho y no encuentro la luz, no
queda azul ni viento
Quiero el aullido en mi centro
pero solo recojo humo
Sobre la sal encuentro mi cuerpo
rozando acariciando oliendo el sexo de lo animal
lo desconocido
El lobo que hay en mí huye
y ya no me quedan heridas para lamer

El espacio entre

Eres un pez muerto volando hacia abajo
hacia el estómago negro del negro mar
Estoy ciega, arrancaron tus ojos
y yo ya no puedo ver mi reflejo
La tierra está cubierta de sal
cubierta de flores
cubierta de muerte
Quiero escapar pero tú eres un pez muerto volando hacia abajo
Y yo
luz

III.

Puedo verme entre las agujas de un corazón
abierto justo por el centro
La sangre es más oscura allí donde se ha amado
Aún recuerdo la arritmia del dolor
la pura carne saboreada por el lobo
la manada con sus dientes y sus manchas
Escucho desde la llama fría del olvido
el chasquido de las venas al explotar
hacia dentro,
como un pez sobrealimentado
como un pez burgués y sonrosado
que ceba a sus hijos para devorarlos
Fui en la herida y no cicatricé,
fracturé el sexo de mi madre,
deshice el amanecer con mi llanto
y aún así las agujas me señalan con ternura

II.

Haz de mi cuerpo el alimento que te nutra
cuando desees vivir
Quiero que con tus manos tejas sobre mi espalda
la tela de araña que imagino
Ser presa
Ser ordeñada por la humedad de otro cuerpo
hasta sacar de mí la muerte
Utiliza tu pupila como daga porque la noche
necesita sangrar
Transmitamos la rabia a los mamíferos
a los mortales en su fría aurora de sueño
Haz de mi cuerpo el arma que destruya tu razón
Salgamos de la piel,
de la tierra,
del cielo abierto en tres mil plagas
No saborees lo efímero
ahora somos agua

I.

El pájaro que anuncia la lluvia no consiguió
predecir mi muerte.
Esperé en la mecedora la ruptura del asfalto.
Imaginé sentir la proyección de los astros en mí.
Miré mi ombligo por si sangraba la noche
de mi nacimiento.
No encontré la oración que me hiciera llegar
hasta la eternidad.

Yo

Mi nacimiento dibujó un campo de concentración
en mis pechos
Sedosos son los martillos cuando taladran
la fría daga de mi frente
y recogen con su savia la aurora que hay en mí
Ahora en la red madura no quedan frutos
pues los ángeles descendieron y mis pies
besan la mugre
Siento el abrazo del hierro, siento
mi piel enroscada entorno al agua
entorno a la vida, alimentándose de mí
Cada germen en mi cabeza está regado con sal
para que no vuelva a nacer
Cada poro secreta gas
dentro de mi jaula de luz y arena
Soy inmortal, eterna en la pesadumbre
No existe la levedad

Réquiem de agua

Miraba la huella marina
Su muerte azul enredada
Como los remolinos de cuervos de mis ojos
Todos los días llueve tras de mí un millón de cabezas vacías
Intento abrirlas pero mis dedos son ramas
Son pinzas
Son plumas
Y no me encuentro el puñal en ninguno de los costados
Donde lo deje para emergencias
Llega entonces la ambulancia cargada de moluscos
Me duele el estómago
Dentro habita la ballena y su joroba
Pero no la enseño
Es mía
Mi pequeña huella marina que ahoga mis entrañas
Mi muerte azul de gaviota prostituida por la ciudad y el tiempo

martes, 17 de junio de 2014

Autorretrato

La misma perra sangrando por el
orificio nasal derecho
contrario al corazón que de la pluma
reniega
su retórica maldita
el coño oxidado
la pluma es leve
la pluma es salud
la pluma y la perra
sufren ataques de epilepsia porque no
soportan al pentagrama
La misma perra que llora hacia los pájaros
por la envidia de la hiedra y la cal
derramando sus babas por el plato de comida
vacío como su alma como su pecho como su vientre
Yo
Yo
Yo

no soy Caroline

romperme hasta que sea capaz de llorar
por alguien o por mí
sacar los huesos y conservar la piel flotante
para amar
olvidar la insaciable quemazón de los dedos
al arrancarse la pantalla táctil y los datos
que no escuchan
que no acarician
que no miran
dibujar en el cielo una mano para que nos estrangule
cada noche
y así poder sentir
tengo miedo a seguir la luz la rueda el fuego
romperme y no escocer
romperme y no doler
las cucarachas sobreviven una vez más

"On Demon Wings"

el cuerpo es la losa
miro cómo me muestro ante los Otros
siento la punzada en cada línea que se tuerce
que se come a sí misma para autocorregirse
quisiera vivir dentro de una red repleta de peces
y así disimular escamas y olor a noche
ayer dibujamos el abrazo amigo
hoy solo guardo la herida
voy a morir hacia mi boca de Luna

IV

esos diminutos insectos que alimentan sus cuerpos
del papel los veo reinar
en mis venas clavando sus dientes
de viento en la madera de mi médula
ya no siento las piernas aprovecharé para volarme
el corazón

muralla

escribo en la sutileza por el
Otro que nace de las esquinas
siento sus ojos arrancar mi piel
un abrigo en su espalda reposando color vida color
nada
su boca con mis restos saboreando músculos
apartando el hueso
la carne es amarga
la carne permanece en sus molares para el alimento de después
tiene las manos empapadas de mí
rodeo con mi muerte su rostro y lo acerco
al precipicio
pero ya no me contengo
nunca me he contenido

querido submarino

en los días de sangre miro mis palmas
tengo el miedo del puñal
somos tan frágiles y a la vez tan prepotentes
la ventana se abre pero yo no escucho a dios
solo queda la lumbre inerte de mis palmas
pobres plantitas ya no regadas ya no amadas ya no violadas
recojo las cerillas de mis pestañas
soy letalmente inflamable

domingo, 15 de junio de 2014

Acidulada

Ser diáspora
La M es de María
Virgen no útero.

Esperpento

ese astro rondando dónde quedarán los días
quiero ser no preguntar
manar del centro la gota se une el rostro
no es simétrico el dolor
la imagen de la jaula la nariz desplegada hacia fuera
los pómulos de cerdo
los ojos de cerdo
los labios duros de cerdo
ese astro tumbado los coches en vena humo palomas
las ratas después
ya no sueña el cosmos con ser hombre

III

Veo un fondo de concupiscencia
sobre los rostros de los fríos cangrejos.
Las nubes con sus manos curvas
absorbiendo la sal.
No queda verde al que llorar, el mar
ha muerto entre nuestros cuerpos.
Los peces forman la lengua finita
que amamanta al hombre.
Magma rojo sangre, rojo llaga, rojo
olvido.
Nos bañamos en él.
Somos presa para nuestros propios dientes.
Habrá que lamer el suelo,
higienizar hasta el último cabello.
Nunca seremos océano.

II

Ser el muerto que arrastre tu voz hasta la fría hiedra,
hacer de ella un cielo una soga cortada
por la Luna.
Quiero que la liebre huya de mí,
no alimento no éxtasis.
Cruzar el mar sobre rinocerontes de hiel
empapándolo todo con el dolor de saberse
aguja.
Entre las uñas un jardín de momias palpitantes
el chasquido de sus dientes al amar
el olor a nectarina de sus corazones.
Los gusanos.
Dónde estarán las aves para arrancarlos de mí
rebanar a la propia daga con sus hijos.
Noche. Pétalos ensartando la luz ojos de niña
huérfana.
Me dejaré ser la muerta.
Me dejaré a la mar. La dulce
agonía.

I

El Sol pulsaba la vibración de las caracolas
y las arrugas nacían de los peces
hacia todas las estrellas.
Azul es la condena del mar,
el eterno reflejo.
Es una roca fundida en jazmín tu cuerpo,
los barcos.
Veo tu alma en cada muerte,
las gaviotas las navajas los
cerdos.
Camina hacia mí con el canto de la arena,
por encima de la fuerza y la velocidad
como un puerto sin sirenas ni esperanzas que mamar.
De la teta caliente nace tu fuego,
la teta caliente sin leche
tu un hambriento.
La piel, las manchas
blancas.
Blancas como el ojo de la serena aurora
que apoya su espalda sobre mi nariz
y yo repudiando su sombra.
Sigues oliendo a ser primario
la flecha clavada en mil costillas sin amor.
Vacío mi vientre, el dolor.
Ahora ya sabes:
sentir no es sino caminar sobre la brasa
y seguir empapándose.

viernes, 13 de junio de 2014

Teoría de la evolución

Supimos del Sol
cuando quemamos al Otro.

No despertar

El ojo es engañado por el dolor.
Una muerte súbita diseca la flor y no hay rastro
ni semilla
Pulverizado el cuerpo en un tallo niño.
Queremos ser la cruz
los clavos
las espinas
pero las aves alejan el deseo en su viaje hacia África;
hace frío,
aún,
dentro de nuestros pistilos.
Las alas ya congeladas en una tumba
que no guarda nuestros nombres.

Presente

Abro mi carne
Twitteo el logro.
Busco en mi interior el reloj
La arena es mi hogar ahora que ya no el cristal
Llaves, las encontré sobre la alfombra:
WELCOME
WE THINK ABOUT KEEPING US ALIVE
Soy incapaz de llorar algo diferente a un gigabyte.

Humedal

Se unen cuatro llagas en mi cuerpo,
las arropo en el frío mientras se abren al silencio.
Es oscuridad,
mi garganta.
No rojo.
No esperanza.
Una nana:
  mañana será la noche una bella huérfana
  de ojos y boca sellados.

La lente opaca del estómago

El cielo es ancla
La enfermedad sobre él
No apartes tu rostro.
Empapa en la savia tus cabellos
para que emane la sangre
el contagio el cese.
No apartes tu rostro
El cielo

Presa

Salpica la sombra el alcaudón
trina
Las ventanas despejadas la frente
encogida
No hay llanto enfermo de nombre
Dónde estoy sin piel la niebla
abandonada
El alcaudón mi espina
empalada.

miércoles, 28 de mayo de 2014

La ventana

Los ojos de la tierra se alimentan de mi mano
como si yo fuera la luz.
La luz incomparable del silencio
cuando me alejo del humano
para ser.
La ceguera profunda sacia su hambre con mi vientre
y tiembla el cielo en pestañas de cristal,
aquellas parecidas al miedo.
Tengo sobre mi cuerpo
el diente y la sangre,
la rama y el frío.
Me inundo desde dentro,
desdoblándome toda sobre la ciudad.
Oigo la voz del metal contra mi piel, creando
sombra, caleidoscopio, oscuridad.
Parpadea la tierra
y la calma tras el disparo naciente de mi sien
derrumba la profundidad del vuelo de todas las aves.
De mí salen los ojos
mirando hacia nunca
y hacia todo.

domingo, 25 de mayo de 2014

Monotonía

En la mirada la cuerda floja
El estallido de las aves
Sobre los girasoles una lengua de fuego
La ceguera perpetua de los árboles
Sal tintada con el sudor de todos nuestros abuelos
Las manzanas ya no tienen gusanos
Y yo lloro por haber perdido
Ahora quién
No hay por qué ni quién
Porque no hay Yo
En la mirada la cuerda floja...

Preceder

Ojalá el aire se condensara alrededor de las pupilas
para cubrir el cielo con miedo
y no despertar en él.
Contemplarlo ajeno, tardío,
como al amor;
fuera de mí.
Que sea de otros y no sombra,
ni escudo,
ni Palabra.
Que descomponga la tierra
y salgan las larvas huérfanas llorándole a la noche
fría e indolora.

Solo acaricio temblor.
Estoy cansada.

Me regalo flores

Mi cuerpo es hierba seca.
Noto cómo las arterias respiran y sufren
en el invierno,
la nieve las asfixia pero yo
respiro.
Existo en el sueño de la sangre
para recoger de ella el veneno.
El fruto dulce sobre la lengua
rozando mi garganta su piel antigua;
vistiéndome el pecho de lavanda
muerde, al fin, la luz a la carne.
Huelo a ayer.

sábado, 24 de mayo de 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Trinchera

Hay una estrella de sangre en mi cráneo.
La noto bailar por entre el abismo que separa mi ser
de la infinita Pregunta.
Forma un cosmos recortado en la tiniebla
la ceguera dulce de la ira.
Un mar de pólvora ahogando pulmones en la piel recostado,
no hay lugar ya en ella.
Entonces un rayo posa su frente sobre mis rodillas
y ya no quiero volver a estar.
Abandono la cáscara primigenia
arrojando de mí el tiempo.
Grito la furia de mis abuelos.
Firmo sobre el metal mi partida.
Quedan los párpados y las vísceras azules
saludando a los soldados de arena.
Solo guardo la única huella que me observa desde dentro.

jueves, 8 de mayo de 2014

Volver

El hijo no conoce la Palabra.
Me arrastro junto al útero.
Tiene las paredes repletas de nubes,
la cara y el mercurio,
el centro mimetizándose con la radiación,
labios cubriendo todo el lugar.
Todos visten de labios sus pasos.
Solo veo curvas engullendo rojos
el líquido frío derramado junto a la sal
las heridas cubriendo cuerpos
desnudos los dientes.
Los dientes.
Dientes como sentimientos.
El sudor sabe a naranja
cuando se es rayo.
Siento tormenta.
Al fin la ciudad me vomita.
En las rodillas me dibujé un lago de tiza,
esperando así al mudo pasado.
Los cachorros corren ahora delante de mí.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Epitafio

Vi anclas volando sobre mi cabeza,
con alas de cieno salpicando la sangre.
Una bomba encendida de olvido acallaba a la noche,
en el sueño un niño meciendo a su madre.
Los hogares vomitaban el fuego del pasado,
las calles relinchaban muertas.
Eran las voces un canto febril que anunciaban,
solo anunciaban,
sin saber qué.

Estado: comatoso

Vivo y el miedo sueña.
Alrededor de la flor hay un espejo que señala.
La tierra tiembla.
Vivir en la nada,
flotando sin nombre porque no soy
sino la sombra.
Un pétalo menos en cada sueño alrededor.
El ocaso me llama con su voz de alambre,
vuelo.
Vivo y sueño.
Sueño alrededor de mi cuello.
La nada.
Coloreadas quedan mis pupilas tras el miedo.

domingo, 27 de abril de 2014

Evocación

Voces como sol
y yo junto a las flores
y la soledad.

Hambre

Quizá dibujarnos
Mar adentro
Dónde, si ya nada nos pertenece
Hay frío rodeando el cristal
El alimento
Puedo ver tus vértebras desnudas de adjetivos
Bésame

La grieta

He de partir hacia los girasoles, mi amor.
La escarcha palpita entre mis dedos
dejando tu sombra clavada en mi piel.
Tuya la sombra.
Mía la piel.
Los girasoles pronuncian mi nombre.
He de partir.

Mi amor.

Desde el rincón

Eras la sombra de luz
sobre la niebla.

Suprimir luz.

N I E B L A

Solo eso.

Antes de nacer

Ser olvido
Plantar claveles en mí
De alfileres ciegos la piel creada
La tiniebla me abruma
No me encuentro
No me conozco
¿Quién?
Ser olvido

Sobre arena

Tropezar cabeza hacia abajo con el olor a
muerte
es acariciar la
vida.

Una vez más.

Me encierro ahora en tu pecho, espalda al
sol.
Espero que las larvas me
amen
en la eternidad.

X

Marca tu cuerpo con la sangre de aquella niña
que fuiste
para que los otros puedan olerte mejor.
Hazte de luz un vestido
que conserve la infancia doliente,
y cose en tus límites la aurora.
Tienes en las rodillas la fiebre de toda la humanidad,
pero continúas siendo.
Nace de ti un canto leve de libélula,
a pesar.
"Ya no te quiero", dices.
Vuelvo al polvo rompiendo el espejo.

Sentir

Ayer dormiste con el hombro en mi nube,
volando como cordero destetado:
humano que pájaro siente sus párpados volar.
Esta sueño un cielo sobre de noche azul está.
Las estrellas.
Nunca volvió a caminar.

02:35

Hablemos del racimo de ojos en tu lengua
Acarician mi voz
La luz es azul y no hay huella.
Intentemos evitar la explosión
Un apéndice infectado escucha callando.
Quiero que me veas
Hacia el fondo
El océano se pudre con nuestras vidas.

jueves, 24 de abril de 2014

Las aves prefieren el metal

¿Quién alimentará a este corazón cachorro
ahora que la lluvia huye de la ciudad?
Quedan los cristales como labios de nieve
cayendo la distancia a flor de piel,
mas con manos de hiedra hacia la herida cabalgo,
hacia el nacimiento,
hacia la nada.

¿A quién mirarán los ojos como luces
y el cielo abierto sobre la tierra de sangre?
Ya no queda azul, emigró con las aves,
solo un hilo negro que se araña el cuello
dejando tras de sí un sueño sin amapola.

¿Dónde está el alma?
No hay aliento.

¿Por qué?

miércoles, 16 de abril de 2014

Once upon a time...

Confundir la visión con el tacto en el juego
de la pelota contra el frontón del azul cielo.
Sumergir la mano en el ojo y cubrirla
humus y alma, brillando toda
en la noche del parque del banco de la rosa.
Yo tengo que acariciarla.
Acariciar la pelota que gira hacia
mí su pecho, rojo espuma
dedal embotellado colgando del cuello.
Confundí mi sombra con la de aquella otra,
la niña, sus pies me sangraron.

viernes, 11 de abril de 2014

Fuimos en la explosión final

Abrir la llave del gas para tocarte otra vez.
Sentir en el costado la dulce punzada
y la quemazón inabarcable.
Contener el aliento, dejar que entre en mí
como replegándose por todos mis caminos,
como el caballo que nunca seremos.
En el pecho tengo una cerradura
que no quiere dejar de ser cicatriz;
es de carne de hueso de niebla.
Pero no cierres la llave.
Enciende la cerilla.
Corrompamos todos los cuerpos.

Daltonismo

Mi abuelo ve a los árboles nacer del suspiro.
Tienen en las ramas hilos de sangre
y la placenta repleta de frutos muertos;
él, un pez colgando de la lengua.
Todo coágulo niño,
avanza el aire cortando sus ojos
porque ha dormido junto al recuerdo,
porque ha destripado la fertilidad enterrada.
Mi abuelo siente a los árboles en cada rostro.
La tierra muere con él.

sábado, 5 de abril de 2014

Mortal

La bañera huele a sangre,
aquella que una vez fue mía.

solo mía

Introduzco su perfume en mi cuerpo
como si fuera un feto dormido,
me acaricio desde dentro
saboreando cada parcela, cada flor,
sin encontrar un cuerpo gemelo.

Noto ya su vestido de escarcha roja
su borde oxidado y el cieno,
lo acuno todo entre mis labios.
Respiro.

Me quiero, incluso viéndome fuera de mis venas
ahora que ya no soy mía.

no, no soy mía

Entretejer

Cierra el grifo que en mi pecho has abierto
que no soy de marfil ni mi sangre es dura.
Expulsa de mi cuerpo el olor tostado
de rosa piel herida
como si al masticarme las costillas fueras a
amarme.

No quiero ser duda que puedas ahorcar
entre ramilletes de lilas y navajas,
ni mar ni naufragio ni barco.
Coge hilo penetra la aguja retuerce el metal,
me ahoga saberme espera.

Si murieras ahora entre mis brazos, ¿querrías curarme de la muerte?

martes, 25 de marzo de 2014

Pausa

Llegó a mí un aleteo frío como de aura débil y doliente,
y fue la estrella más niña
la que durmió junto a mi corazón.

domingo, 23 de marzo de 2014

Antonimia

¿A qué mañana corresponden mis latidos?
Veo mi calavera en el agua del lavabo,
mirándome perdidos sus huesos tras el fino límite
de la humedad.
Se expanden las células.
Las noto descoser sus cabezas de mis órganos
y saltan;
saltan al vacío de mi sangre sin remedio.
Las células me hablan desde su hogar
incrustado ahora en un parasol negro
de mi cuello.
Así que tendré que vomitar
con el caos sujetando mi estómago
para que él no se rompa,
para aguantar una pulsación más.
Es el latido un dolor del alma
que muerde,

pero yo lo amo a pesar de sus puñales.

sábado, 22 de marzo de 2014

La voz

Oigo el hueco que llama.
La carne es solo una flor.
La carne es solo la garra.
No pienses en la evanescencia que guardan tus costillas,
sigue acariciando
cuerpo a cuerpo.
Ya puede verse la luz reflejada en la sombra.
Ya son ambas partes de un cuerpo,
de un planeta que emerge desde el sudor.
En un desierto está construida la noche.
La noche de suave violencia.

¿Oyes su hueco y su voz de árbol muerto?

Toco mi vientre con mi mano
y lo noto vacío.
Lo escucho sin sentirlo
con el tacto entumecido por el miedo.
¿Ya no tengo venas que palpiten dentro de mi sombra?

Simbiosis

Baño mi garganta con tu sangre
porque quiero nacer una vez más.
Una vez más impregnar mis cristales con tu aliento,
arrancar las hierbas del campo muerto.
Renacernos.
Con alas.
Volar.
Tu sangre baila para mí cada noche.
Yo la llamo bajo al oído.
Me responde con el eco de su noche roja,
espesa,
brillante.
Déjame adentrarme en tus huesos,
recubrir mi espalda con tu médula,
lamer tus tendones.
Tu sangre y mis manos.
Tu corazón entre mis pupilas.

Ahora somos la metamorfosis del Amor.

Ya no creo

Jamás pisé tu Luna de trigo.
Mantuve mis alas cerradas,
acumulando la mugre de mis miedos en tripas afiladas.
Quise abrazar tus poros,
pero la luz cegó mis entrañas.
Intenté no unir mis pechos en una sola sílaba,
no dejar escapar al Amor
por entre las dunas de mi lengua.

Una incisión ahora y...

Necesito que me ardas con tu agua dulce de verde forma
porque por los ojos se me escapan las mentiras,
las fingidas maneras que esconden toda la brutalidad primigenia.
Apretar el aire entre dos figuras
y retorcerlo en el punto álgido hasta hacerlo
curvilíneo.
Saltar sobre la herida y lamerla,
recubrirla hasta lograr hundir su silueta en la carne rosada
desprovista de cruces.
Las astillas en las uñas.
Las uñas en la Palabra.
La Palabra saliendo lenta de tu boca,
hacia mí.

No es posible creer ya en el silencio.

La hora del desayuno

Llega a mí el olor a muerte.
Llega a mí el sabor de lo oculto bajo la infancia.
Es crudo el cuerpo del caracol porque su cáscara
no lo protege de sí mismo.
Jugábamos a coleccionar insectos, clavando sus respiraciones
en un haz de luz,
mientras ellos nos hablaban de su planeta:
un tumulto de estómagos por comer
todos vestidos de ceniza.
Elegimos no devorar sus palabras.
Elegimos dejar paso al mar mudo,
al mar negro,
al mar eterno.
Llega a mí el olor a muerte.

Emana de mí.

Tu código de barras

Allí, tapada la cabeza con el brazo de la podredumbre afectiva,
se esconde el hálito.
Busca, huele el campo, esnifa cada pétalo,
en cada amapola una huella eterna,
mancha el tallo con el barro,
hazlo sucio.

Has de encontrar tu Nombre.


Has de separar el Animal de ti.

Infartos cerebrales

Yo tuve delante un hilo de fina respiración,
colgando todo su cuerpo en el suspiro
de la cama enferma.

La cama llena de sábanas mojadas por la vida que ya
no dormía.
La cama encogida en su sordo latido.
Con sábanas como la piel herida
rota
desgajada.
Las persianas ciegas.
La lámpara habitada por enanos de labios cosidos.

Yo tuve delante un torso momificado
que miraba más allá de las palabras,
traspasando mi cosmos lentamente
(haciéndolo líquido y volátil)

con un lirio mudo entre los párpados.

Huesos de cristal

Como si mi cuerpo se ablandara
hasta nacer un arpón de lengua
que envolviera toda la duda en su nido de sal.
Como una solapa metálica yerma de ojos
rozando cada esquina con la frente febril
de la fe.
Así mi cama de espuma que llora
como el animal que llevo dentro,
como el hambre que come de mi cuello
para volverse luego del revés.
Así toda yo limitada por la piel,
esquiva la palabra de un roce aún niño,
un silencio que no llega a terminar de romperse.
Es un grito.
Es un llanto.
Amargo.
Cerrar los sentidos para caer en la oscuridad.
Esta es la vida pulsada muerta bajo la máscara.
El antifaz ya no.
No...

Naturaleza tardía

La espuma de los ojos no la llora
el Animal.
Una carcasa de hierba seca recubre
el cuerpo
y queda rendida la promesa de un mañana
ante el frío de la línea recta.
Vi bajar a los patos por la charca,
miraron mis manos con hambre,
me abandonaron como lo harán los hijos que nunca tendré.
Era el sol un puñado de semillas lascivas,
luego el viento...
La lágrima que derramé tenía su silueta encerrada
por el vacío del mar.
La carcasa era la Grieta.
El Animal durmió sobre mí
con un cielo de claveles naciendo de su pecho.

sábado, 15 de marzo de 2014

Noche de cacería

Buscó dentro de mí su recuerdo de flor amarga,
hurgando entre mis costillas con pinzas de luna llena;
repletas sus sombras de atardecer.
El rastro que dejó la huella en mi cromosoma alteró el instrumento
y el contenido solo fue el aullido de mi olvido;
el insalvable hueco entre dos almas
ladraba mientras nosotros huíamos.
Nunca supimos si el cielo llegó a acariciar nuestros pies
antes de que los lobos anidaran en el interior.
El símbolo de luz bajo la X durmió.

Pero sobrevivieron los ojos más verdes y de ellos
nacieron dos narcisos.

martes, 11 de marzo de 2014

Instinto

En la esquina un perro me mira con mis ojos,
abandonando a la noche en su frío lomo oxidado.
Sonríe si vuelvo mi espalda hacia él,
puedo sentir en la nuca su aliento de carne.
La silueta dibujando una pared de cera,
un muro llameante de costillas y arterias,
induce a la crispación de mi sistema nervioso.
El infarto reinó cuando el salón quedó repleto de huéspedes:
aquellos que son todos los fantasmas que habité
con ojos de perro
una noche de metal,
y yo yazgo sin iris con una mancha de tibio amanecer
escarlata
en las sienes.

lunes, 10 de marzo de 2014

XXI ergo Cementerio

La arruga de orquídea en mi párpado
no se riega
pues las heces de España quieren congelar mi piel.
Mi piel de aparente impermeabilidad amarga
como un sapo fuera de la charca,
como una oca sin dado,
que cruje en la explosión de uranio de todas las pupilas.
"Tiro, tiro por el oro entre mis costillas", dicen.
Yo espeto que la espada se hunde en la carne y
fragmentará a todo ser
aunque no se sepa siendo sin reflejo.
Ya no veo más allá del trigo en la espalda de la Identidad,
su contorno árido en mi pecho,
la hoz sonriéndole a mi llegada.
Aguanto mi asfixia cuando camino entre la sal.
Soporto en mis cervicales las rectas tangentes
del rey de los ajos y las cebollas.
"Pero no, no tiraremos hasta que mueras", rectifican.
Entonces transformaríame mi sombra en orquídea
para supurar montículos de costras
en sus párpados;
nunca más en los míos.

sábado, 8 de marzo de 2014

Arbolada figura de trigo y espina
que sumía en el boceto a los peces,
así el primer precipicio de mi cuerpo.
Donde mundos de arena quedaban cerca de las manos
en aquellas noches lunares como ojos incesantes,
en la pupila una promesa,
en la lengua la daga;
allí la caída.
Fue una gaviota el beso, lanzado en picado
hacia una superficie ajena a la nada;
la niebla construyó el eco.
Pero bravías las olas que aclamaron desde dentro
partiendo un suspiro en dos latidos.
Ahora ya no se existe.

viernes, 7 de marzo de 2014

Anticristo

Todavía quema mi frente la gota infectada de bautismo.
Es una cárcel en llamas mi piel
bajo el tacto pétreo de dios,
de todos los Hombres que son buitres anidando en mis globos oculares,
de cada pulga devorando la podredumbre.
Veo siluetas encorvadas con grises vestimentas
reír ante la Humanidad misma
y volver a dormir para siempre entre el recuerdo de hierba.
A mí me escuece la herida ya cerrada
pero profunda en la sorda imagen de mi memoria:
una lengua negra de uñas y dientes en el pecho se acercaba
inexorable
a la inocencia.
¿Dónde están los cielos prometidos cuando se asfixia al pulmón?
Porque el pulmón tiene ya barrotes en su camino
y la locura está a punto de anidar

                                                [en mi frente.

Canibalismo

Son las almas ajenas las que adora comer.
Uniendo piel y roja carne con el afluente empapado del sudor,
marcando surcos en la fiebre,
supurando hálito desierto de hogar.
Mar de faldas incandescentes,
llamaradas de siglos entre vegetales hinchados por la atrofia
que surgen como labios pulidos a cielo abierto
hacia el interior de las pesadillas;
así todas las uñas formando fila ante las presas permisivas.
Las cloacas esperando sin metal
el tacto descolorido de los ángeles,
una breve pausa entre la cáscara y la vida
prometiendo la cama caliente del hielo
al final.
Los dientes dejan la marca
antes de retirarse.
Vuelven.
Aquel ritmo escondido entre el humo de raíces turgentes,
todo color naranja la superficie de su epidermis
como esperando ser bebida eternamente;
en la memoria quedarán.
Nada podría interrumpir el ladrido de la Tierra
ahora que está devorándose a sí misma.

Pretérito del Ser

Hubo un Cuándo en el que todo era sueño.
La voluptuosidad de los susurros como racimos de luz
que amalgamaban sus cinturas con las sombras ya muertas.
Una crisálida y la mirada melancólica a sus hermanas
en las ramas de los árboles, lejanas como brazos.
Era el viento un manantial empapado de cuervos
girando sus tuercas hacia mí
con el cuello erguido de noche.

Fuego. Fuego en los tejados. Niebla. Cuándo.

Ahora un gato duerme panza arriba
arañando su pelaje con garras de marfil y rosa.
Queda a solas la mano de mi Yo humano con la tierra yerma,
una pisada de deseo fundido en el regazo del olvido
y el cálido abrazo del rugido embotellado.

miércoles, 5 de marzo de 2014

El jardín

Las rosas son dientes que acechan la huella.
Diminutos cosmos enlazados a la humedad
de una tierra sin nombre.
Son como costillas de barro,
huérfanas.
Nosotros las miramos desde abajo,
pues no queda gravedad en la retina
y hace frío con los pies descalzos.
Nosotros las miramos con las manos como espinas
y las espinas como respuestas sangrantes de un cielo ya lejano.
Tenemos miedo.
Nos tapamos el rostro,
ese hueco en el norte del cuerpo que se retuerce sin gemir
si lo abandonas.
Acurrucamos la duda en el regazo y esperamos.
Sentados.
Un final.
Pero las rosas tienen hambre
y nosotros somos la carne.

domingo, 2 de marzo de 2014

7 vidas no vividas.

Nada habitó en mí salvo un zumbido,
el rastro del Nombre,
la eterna fisura conmigo misma para con mi sombra.
Humo pisaron mis pies excepto la grava,
el húmedo barrizal de palabras,
la volátil alma y el pájaro ajeno.
La mano golpeando mi pecho
con el mar llamando al Nombre,
entrando en él como un ciervo corriendo hacia el fuego:
duros los huesos pero inocente la
carne.
Sal fue aquello no sentido.
Huella no quedó en el asfalto huérfano de rosas.
Estupor que no tembló de amor ni de frío
en el reflejo.
Es un laberinto mi cráneo
y su contenido me enreda la garganta.
Solo existe la hierba alta que crece sin permiso,
el mármol que encierra el aliento,
el breve recuerdo de una ola con dientes de carnero
(la tierra
los guijarros
mi cuerpo).

Nada habitó en mí salvo un zumbido
que era el eco de mi sexto corazón.

lunes, 24 de febrero de 2014

Pequeña y dulce la espina

La maceta tiene ojitos, mamá;
no duerme.
Sus hojas tientan la luz con manos inseguras
pero el cielo está ausente y no quiere jugar.
La maceta tiene cara de ovejita, mamá;
yo no puedo regarla ya.
Tiene un vestido de sombra que cubre la pelusa de su tallo,
parece que dice algo;
no la oigo desde aquí.
Me acarician sus brazos cuando le hablo
y gime bajo si aprieto mi aire en torno a su cuello.
Creo que al fin se durmió, mamá.

Marzo

Empiezo a pensar que la cama es boca ajena
Con labios brillantes por la saliva de mi cuerpo
Con la piel estirada con el hambre primitivo de la carne fresca.
Penetro su interior buscando bombas
Tocando su lengua con los pies
Tocando sus dientes con el olvido.
No recuerdo cuál fue la última vez
Que guié mis pasos hacia otra orilla
Y era la noche
Pero mis ojos quedaron en la cama de la boca ajena de los labios y la lengua
Todo fue bruma
Todo fue calma
Hasta que las sábanas colisionaron con el espejo.

martes, 18 de febrero de 2014

La sombra esquiva que siempre irá conmigo: mi ciudad.

Su entrepierna huele a iglesia hecha cenizas.
Bajo la tentación de una estrella,
una princesa asomaba la cabeza por su útero:
no había oro.
Un suave murmullo de hoja aclaraba los estómagos
vacíos
que atravesaban el cuerpo entero del asfalto.
Su piel era asfalto.
El río, sus manos.
No me mires con esos ojos de vaca hueca
desportillada
polvorienta
o tendré que matarme,
le dije una noche.
La misma noche que sus cloacas rebosaron.
La misma noche que su cuello se hizo duna
y después inclinación,
despedida;
y la vi lejana dentro de mí
aunque fuera yo su contenido.
Recuerdo que en su espalda llevaba una huella verde
verde como la sangre que contenía,
y en una de sus hondonadas, un pavo real de trigo.
La princesa se perdió por las esquinas de su casco
antiguo
retorcido
sigiloso,
serpiente.
La princesa ya no tenía lengua,
era Luna vista tras el espíritu de sus sombras
era Sol atrapado dentro de las almenas.
Sus muros derruidos atraparon mi vientre
y me dijeron
que nunca
jamás
volvería a correr;
que siempre
repito siempre
quedarían sus restos apelmazados en mi regazo.
Mi entrepierna olía a fuego,
ya no había vuelta

atrás: yo era el dragón.

domingo, 16 de febrero de 2014

Retrato de la Envidia

Estaba yo aguardando un indicio de tormenta en mí.
Crujían mis huesos como los mástiles habitados por polillas.
Se hinchaban mis músculos con la sangre de los días muertos
y las noches llenas de abismo.
Mi cosmos era el caos.
Miré hacia dentro.
Tenía yo una pequeña ventana en la garganta
en cuyo alféizar anidaban las fieras ocultas.
Tenía yo todo un enjambre de balcones en el pecho,
esperando ver su reflejo en los espejos de los Otros.
De repente, un par de ojos despistaron la honda soledad
de quien contempla a ciegas:
aferrado a las telarañas,
con una pata en el centro de mi interrogación
y otra en mi cabellera,
estaba un pájaro escudriñando entre mis cenizas.
Mis cenizas, lo único que poseo.
Sus sucias plumas.
Sus patas de alfiler quemado.
Su pico torcido.
Sus ojos inquietos.
Su cuerpo diminuto de punto final.
Su delicioso cuello aún entero.

Estaba yo aguardando un indicio de tormenta en mí.
Las pisadas de los glaciares aumentaron el nivel del mar
tras el vuelo del pájaro;
de aquel pájaro que ignoraba que sí tenía jaula:

era el cielo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Se retuerce y abre la boca, salen de ella aquellos cuervos que se comieron mis ojos

Bebo de la ciudad.
Bebo del dolor.
Sus hijos muertos me miran
buscando en mí el Padre que jamás atraparán con sus dulces garras.
Llega a mi estómago el líquido tóxico de las balas.
Sabor a muerte
a sangre
a harapos de carne.
Bebo de la ciudad y su sexo está poseído
por barcos a la deriva,
en un puerto donde el olvido
es el punto de partida.
Oteo en el horizonte un baño de negras fisuras,
negras fisuras frías y ajenas
con apetito de vida.
Siguen buscándome los retoños que cayeron
sobre los girasoles.
Bebo de la ciudad
y la boca me rezuma espuma grisácea.
Ahora la marea soy yo
y mis piernas no alcanzan a sentirme.
Voy tentando las rocas del fondo con la lengua.
Voy tocando las burbujas de aire
con la esperanza marchita de los peces.
En una orilla ya no caben todas las huellas.

Bebo del dolor.

domingo, 9 de febrero de 2014

Retroceder

Ahora ya no viviremos en la sed producida
por un mar de espigas.
El ayer quedó barrido de nuestras frentes,
la pulcritud máxima de un corte
sin huella animal ni humana.
Desnudos.
Con el hoy temblando de vida encima de nuestras espaldas.
Siente cómo se amalgama la respiración
con la hierba que nos tira hacia abajo:
quiere la tierra que sangremos con ella,

quiere la tierra que nazcamos de ella. 
Cada vez que el águila arranca un cordero del vientre de la oveja
el fuego que habita en el silencio

apaga sus pestañas.

Derruidos

Quisimos otear nuestros órganos,
sacarles brillo entre tanta huella premonitoria.
Recogimos lirios con rastro de ceniza
humana
sonido de pies descalzos encerrados por la sed.
Trazamos en nuestras palmas la llama viva de un  recuerdo
y no soplamos los restos
hasta que se consumió nuestra identidad marchita.
Fuimos los testigos del alzamiento de ciudades dentro de nuestras vísceras
azules
como el cráneo de un recién nacido.
Plantamos la semilla de la utopía
pero no esperamos a que floreciera,
gritando quedo un dolor en los músculos
rojizos
vibrantes.
Tuvimos en el interior fronteras.
Tan herméticos fuimos como nuestras pupilas frente al hielo.
Quisimos otear nuestros órganos
cuando ya
no nos pertenecerían
nunca más.

El rostro también es agua

Fue el pez el que saltó a nuestra boca.
Besó la garganta ansiosa con aliento de sal,
dejando las escamas de su vida
entre las manos que le tendimos.
Quedamos inexpresivos
ante el animal que nos hablaba
en el lenguaje del sexo;
quizá sea así como se debe amar:
pisando la rivera de un río bravo.
Fue el pez el único
que sobrevivió

a la palabra.
Voy a coser las alas de todos los pájaros
para que cuando vuelen
sepan del dolor de las cometas:
frágiles sus huesos al tocar

el viento que las mece.

Extraer la huella

Ser
y
Estar
aquí a la hora de mi aullido no sería elección
Ver las sombras bailando unidas de las manos insaciables sedientas
de carne húmeda antes de la Nada
Girar mi cuerpo
(aún el mío)
conforme copulara conmigo el instinto para lamerme las rodillas
Pedir limosna de luz a los árboles
mirando todos ellos sobre mi nuca
adivinando mi naturaleza muerta
Es extraño no coserme las heridas cuando sangro tanta leche amarga
Queda apelmazado en mí el aullido lento de los otros
(ya no mío)
que abre los pulmones del viento
y lo mece con sus pupilas frías
ausentes
lejanas
Aquí
no hay
Quién

Soy un potro muerto, ¿no me oyes relinchar?

sábado, 8 de febrero de 2014

Vencibles

Cuando el vacío es piel húmeda
se levanta la escarcha de su letargo
aunando litros de pupilas
a medio camino entre
La mitad justa es una curva envolviendo una mano
sola
despojo
leche  que nace muerta
No queda hueco para tanto
Cuando el vacío es piel seca
se levanta el hastío de su sopor
diseminando por la espalda de las ciudades
un río de palabras
dormidas
inconscientes
mudas
a medio camino entre
No encuentro la medida porque el cielo es una cúpula vedada

El falso testimonio de los pájaros nos convenció

Estetoscopio

Y entonces lo vi.
Vi el ardor nuestro entre esas fieras
que bailaban lejos.
Vi la ausencia llorando por ríos de tinta
y apoyar la cabeza en las sábanas ajenas.
Vi la cúpula azul cubierta de flores,
de flores azules,
camuflando la herida bajo espinas.
Ya era tarde para abrir al ayer por el centro,
sacar su corazón
e intentar consolarlo golpeándolo con la lengua.
Vi al Yo encerrado en vestidos de
vacío
de
ausencia
de
.
.
.

Inflexión

No hay espada.
A lo lejos un trino de espuma blanca.
Junto a las rocas el estallido de cráneos de hojalata.
No hay quién.
Encima de la mesilla una voz que me llama "alguien".

No hay.
No hay.
No hay.

¿Existe la piel? ¿Es Sentido el tacto sobre otro tacto que ruge por apagar la humedad;
la humedad desde dentro hacia nada?
Un mar enredado en la mano, en una sola gritando,
riendo a dentelladas.

¿Dónde hay?
Dónde se esconde y no me ladra, y tras la oreja un vendaval, y oculto por mi pelo un tigre que me muerde
que me quiere. Pero yo no siento.

No hay espada para cortar las manos que salen de mi mente
y  descienden lentamente aunque yo
no las piense.
No hay nadie que prenda el silencio con su frío,
con su rastro,
con su centro.
No hay quién porque la respuesta es efímera
es cal
ser sin ser sentida.
¿Existe la piel? ¿Es lo que me abraza un disfraz o mi piel jugando a ser niña de tinta?

No hay.
No hay.

No hay.

Se pierde la espada dentro de pistilos estériles de palabras.
Permanecemos a falsas tientas.

martes, 28 de enero de 2014

Un balcón apoyado en una escalera.
Un balcón sin sombra que maldice los sanitarios
sucios
amarillos
como los humanos.

Quizá la tierra sea débil porque la azotamos con el látex de nuestras cadenas.
Quizá usamos cremalleras para ocultar la fealdad de las miradas.

Un balcón devorando un ciervo.
Un balcón sin sombra que desea alcanzar el horizonte con su frente
sucia
amarilla
como los sanitarios.

Resulta el dolor de la ciudad.
Es la escalera una huérfana de luz.
encerrada en el pecho, la sangre huele a hierba.
es verde mi piel bajo la tela que cubre solsticios de leche,
piedras de mar,
rugido apelmazado en los muslos.
tapo mi rostro para que no descifren el código del que está hecha:
es cruda
como los moluscos cuando cantan y saben que ha llegado la Hora.
no quiero que los otros toquen mis escamas
aunque me asfixia la soledad de la pared rojiza,
de la ciudad desnuda,
de la espuma brotando sin cesar de la grieta encerrada en el pecho
que sabe a sombra.
pienso en mirar hacia atrás para comprobar si sigo ahí sentada
en el rincón claroscuro de todas las estrellas rotas,
pero me retiro
me ardo
me duelo en nostalgias.
es flácida la carne cuando los agujeros empiezan a ganarle terreno a la salud.
a la salud mental.
a las voces que no deberían hablar.