viernes, 29 de noviembre de 2013

Armas de destrucción masiva.

Podría hablaros de secretos
que la tierra guarda bajo sus raíces
para renacer en otras bocas.

Secretos en formato milagro
que aparecen como de la nada
para llenar el todo con miradas de Luna llena.

Como las aves que calculan su ritmo
y se amalgaman con el chasquito del viento,
habló
y el existir cobró vida.

En el filo de los dedos
las hormigas se acurrucaban
de la intemperie revestida de olvidos
mientras el reloj nos miraba altivo,
desde su balcón de oportunidades rotas...
desde su ventana de negros atardeceres...

Podría barajar todas mis cartas ante tus manos
y perder siempre la partida,
o salir de mi círculo maldito
para desnudarme frente a ti...
para sudar menos miedos que quizás hay en una espina...

Un abrir de ojos que no cesa en su intensidad,
un vuelo que no se corta por el vértigo,
unos pasos que siguen surcando sus estelas
sin heridas que les griten
que es imposible.

Me gustaría ser más pájaro sin jaula
por si fueras a aparecer de nuevo
a pesar del mar de eternidades que nos separa...
por si quisieras querer más para huir nunca...

Podría leeros el libro de las escuchas al corazón
pero mi latir está ausente
como las rocas cuando las miras
las pisas
y sigues hacia delante,
o deshacer los lazos de mi espalda
para ensanchar mis alas muertas.

Pero los pasos se han truncado
y hace frío en mi pecho
ahora
que tus ojos minaron mi siempre
con armas de destrucción masiva.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Paupérrimo

No sé por qué
ni cómo
la luz atraviesa mi estómago cuando sonrío,
un haz que deshace resortes de futuro
y borra los labios del presente.

Me visto despacio,
con la prudencia de quien no está seguro de su existencia,
cierro las cremalleras por las que brotan palabras
y agarro las ventanas con el filo de las uñas;
aprieto,
recorro la madera desgajando su piel:
ni un grito de auxilio sale de su garganta.

La escalera baila bajo mis pies
deslizándose la mugre por entre mis respuestas,
el sol aguarda escondido detrás de la inercia.

Un par de ojos.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Hasta cinco son haces de luz
y se mimetizan con mi pecho.
Una vez.
Otra.

Las manos me otoñecen
al contacto con el aire,
los suspiros no humedecen
las gotas secas de mi epicentro,
el sol juega con la gravedad
intentando ahogarla bajo sus destellos.

¿Para qué nace el invierno
en todas las sábanas?

¿Con qué fin los espejos
me miran con lástima?

¿Cuándo se convirtió la sangre
en el manto de escarcha
que enmudece mi tacto?

Quizá me mueva bajo el cielo
y solo sea un pensamiento:
una arruga ínfima
encadenada a la tierra.

Querían.

Vi cómo lanzaban cabellos al vacío,
como esperando un hilo que conectara las utopías
con unas palmas pergamino un tanto mudas.

Y se hizo noche
el frío paseaba por encima del cielo
los astros escupían en la cara del miedo
las cáscaras de luz arraigaban en el centro del pozo.

Los gatos manejaban entre sus zarpas
frutos secos
encogidos todos en sus pieles
repletas de deseos.

Los mendrugos de pecados se deshacían en los labios
el hielo se encendía en córneas azules
tulipanes bailando con balcones cojos.

Vi cómo las calles se desnudaban de pisadas
como si por curvarse fueran
y libres.

Querían
besar el mar con sus manos de tierra
mojado el rostro del ayer
en el río de su vientre de cera.

De nadie

Estaba yo sobre la tierra
La tierra besándome los pies
Los pies acariciando las hojas
Las hojas montadas todas sobre la columna de los pájaros
Volábamos todos en sincronización con el viento
El viento nos aullaba bajo las olas
Y el quién saltó del precipicio a la duda

Adjetivación se sesgó entre la maleza
Se me cayeron las estrofas por entre los dedos
El equipaje se vació con un suspiro
Fueron Luna y Sol a encontrarse al otro lado
Se hizo un universo derrumbado por fronteras

El silencio reina en mi pecho
como mi reflejo lo hace
dentro del estanque.

sábado, 23 de noviembre de 2013

*

Pusieron los cuatro puntos cardinales
sobre el párpado del deseo
y los naufragios anidaron en el vientre,
cueva de espejos
arma de sombra
lecho amordazado por interrogaciones.

El agravio de la razón recorría las venas
en su abrazo a piel abierta,
el aura eterna tropezó en círculos cromáticos,
los lobos aguardaron,
la fiebre conquistó los latidos
que se iban devorando.

El rojo.

El veredicto fue.
Pasó volando ante la espalda.
Descendió por el vértigo de las pupilas
envueltas en lava.
Cayó con el firme peso de la carne flácida,
del secreto dormido,
de la lengua rota en versos.

Se perdió
entre las huellas de la memoria.
Esquivó el hielo apegado
a los movimientos de las estelas...
apegado al mármol naciente de las sienes...
apegado a la daga de sal que se entierra en el cielo
cuando las heridas se visten de estrellas...

Las hojas muertas decoraron las rodillas
como ramificaciones de los sueños que se escapan.

Cortes limpios en el alma.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sueños que están ahí, al otro lado.

Siempre volvía.

Con el ceño fruncido enfundado bajo la corbata
con el calor del tinto subido a una espalda pálida
las manos desprendidas de nicotina
y papel de regalo cubriendo su cabello de plata.

Llamaba a la puerta con el silbido de la bienvenida
apoyado su corazón en su hogar
que lo abrazaba cada día con sonrisas agudas,
como las voces de las niñas que correteaban
alzando los brazos en busca de un beso.

Un verano que no se doblaba
vencía el hielo agolpado en sus venas,
purpúreas lenguas que le subían por la piel
trepando las sílabas de su escarcha.

Solía parpadear al pronunciar palabra
como si por aletearse la mirada
fuera a adueñarse del viento
que se formaba rondando sus hilos de pestañas.

Las noches de invierno insuflaban sueños eternos
donde el humo dibujaba arabescos
sobre su frente apenas arrugada
y las cuerdas de su voz
mantenían las sílabas encerradas,
protegidas todas del frío que otoñecía la ciudad.

Sobre los tejados dormitaba la aurora afilada
con dagas inexorables
y vino a despertar un septiembre
cuando todos
reían.

La piel desatada en mitad del sol
agujereadas las yemas
vomitada la esperanza de ver en la puerta abierta un verbo en presente,
los cristales rotos por fuerza de memorizarlos
o el cielo entrando para borrar su error.

Siempre volvía.

Aún
espero.

*

Hay que renovar los votos de latidos
Creer en el pez que se ahoga
El mar bravío luchando contra sus corazones
La piel que se levanta por las heridas.

Abrazar el cielo con los ojos
como si las nubes fueran
espejos colindantes con nuestras utopías.

Una ráfaga de grafito cruza mi frente escarlata
Un recién nacido me sale de la garganta
Es la lluvia dentro de mi abrigo lo que me mata.

Como si por soñar se materializara,
el viento se desnuda
se bebe
se llora versos sin escudos en los labios            [etéreos. espada.]

Las cuerdas del paraíso se afilan
Las flechas apuntan dianas y espaldas
La manzana es solo un cuento
Serpientes que maman del veneno de su escarcha.

Hay que añorar el vacío de las almohadas
por si al yo le apetece
funsionarse con las palmas de nuestras almas.

Es la nana que mece mi pecho
la que me apuñala.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Un paseo bajo los párpados

Unos dedos
que bombean
miradas.

La lengua
cerca del pecho
por si hay que jugar
a ser ciegos.

Con una promesa
garabateada en la nuca
y el nunca
en las faldas.

La carretera se hace cachorro
rebotan las pisadas
el túnel espera abierto
los maullidos alarman.

Derrumbamos las torres
los altares
el polvo de las estatuas.

Se incendiaron los cajones
refugios del ayer
la Luna hierve las noches
con su espuma nácar.

De los otros
el siempre agitando los filos
de una inercia que lo empuja
y
amarra las huellas
las huellas
olvidadas.

Los dedos siguen bombeando
miradas
de luz
de sal
de nada.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Moraleja

Caperucita sacó tinta de su cesta y lanzó gotas de "Te quiero" en la piel del lobo.
Lo atravesó como si de espuma enrojecida se tratase.

Un mar de versos rotos.

Ferozmente, él murió.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Proyecciones humanas

La vigilia del gallo
sobre sus alfileres rosados

Las vacas mugen
en múltiples lenguas

Los patos protestan
ante las migajas sobrantes

Los lobos devoran
la noche desnuda

Los cerdos gritan

Gritan

Hablan.

Marea

Prometiste
ser
inmortal.
El suelo llora.
Las nubes.

Las nubes remontan
sonrisas emborronadas.
Bajo el filo de un cuello.
El sol.

El sol se acaricia la espalda
camina
despacio
en círculos.

En círculos giras.
Peonza.
Tal vez.

Mañana
seremos
barco de papel.
Mojados.
Pies de arena.

Prometiste.