sábado, 23 de marzo de 2013

Engullido.

Siempre le preocupó lo que pensara de él el destino. Siempre esperaba que su corazón no fuera tan ardiente y sus pies no tan fríos.
Solía pensar en no pensar en nada, en no dar más razones a su consciencia para que esta no lo abandonase, en no malgastar su alma.
Solía estar siempre con un pie en la vida y otro en la muerte, sonriéndole al hombre que se proyectaba en el espejo, únicamente por cortesía.
Sus sueños acerca de perderse sin brújula se acentuaban a medida que lo hacían sus suspiros de lágrimas. Y sus gritos, amortiguados por la soledad de su hogar, rebotaban en las paredes de su laberinto interior.
Encerrado en él, encadenado a sí mismo, el pasado lo engulló sin concederle escapatoria.

jueves, 21 de marzo de 2013

Impuntualidad.

Cuando el corazón se engangrena, sobran motivos para matarte, sobran las razones para enterrarte.
Llegaron tarde las ganas y nos fallaron las piernas.

domingo, 10 de marzo de 2013

Buffet libre.

Dientes que se afilan en torno a un débil corazón.
Brazos que asfixian un alma llena de vida.
Esperanza inerte que abandona su piel translucida,
al mirar los ojos de su verdugo.
El corazón se detiene,
cuenta sus latidos para que no se le escapen y
se sume en un profundo letargo,
propiciado por el frío cuerpo de su asesino.
Sueña con ser brillante,
con conseguir romper los barrotes,
que lo mantienen encarcelado.
Espera poder volar como antaño,
rozando con sus carnosas mejillas,
de fuego,
el aire de un amor de verano.
No obstante, sueña con miedo.
Pesadilla.
Aún es demasiado pronto para dejarse caer en nuevas uñas,
retorcidas,
que destripen sus entrañas,
hasta el último reducto de su ser.
El corazón opta por permanecer inmóvil,
por encima del tiempo,
tras aquello que hace ya mucho sintió.
Los caníbales pululan alrededor del corazón,
con sus bocas ahora ensangrentadas,
de tanto ardor.
Deseo de carne.
Respiran hondo sobre el indefenso cofre de sentimientos vacíos,
haciendo que este se retuerza en su refugio.
Sus párpados toman la iniciativa,
inconscientes.
Se abren de par en par.
Silencio interminable tras un buffet libre de amantes.

jueves, 7 de marzo de 2013

Metamorfosis.

Realidad se expandió formando ángulos de 180 grados. Su ser plegado y escualido eclosionó en canto de sirena, en fina y verde hierba, en azul mar, en rojo fuego, en principio, en acción.
Realidad se convirtió en milagro sin saberlo, sin esperarlo, sin conjurarlo ni desearlo. Por sí misma, por nadie más. Desde su interior, desde su alma.
Se extendieron sus fronteras, no había cabida para límites. Se quemaron promesas, no habrían ya de ser rotas. Se deshilaron los miedos silenciados bajo su tez de plomo.
Manifestada Realidad despojada de los muros que la aprisionaban, llegó a ser caleidoscopio de sí misma. Dejó que su verdadero "yo" destruyera entre sus manos el anterior cuerpo que había ocupado, dando pues cabida al genuino, lanzándolo al vacío, lugar donde habitan los ecos del pasado.
Como obra de magia, tan breve y profunda como un suspiro; como la gota remolona que da lugar a las delicadas estalagmitas; como el primer y el último beso, dulce y amargo al mismo tiempo. Realidad se transformó en su reflejo. Realidad cruzó el espejo. Ahora, ella es Fantasía.

sábado, 2 de marzo de 2013

Ni es ni será.

Existe un navío hundido en el insomnio de los peces. Sueños de burbuja de aire. Brevedad y eternidad al unísono.
Navío que surcaba los cuatro mares bailando con el aire, besando el cielo con sus velas blancas de incesante ondeo. Su madera es ahora arrecife, es hogar de morenas, es residencia pasajera de diminutos y frágiles seres. El azar jugó una mala pasada, dejando ver en su cubierta los rastros imborrables de sus primigenios vecinos.
Ahora forma siluetas que se transforman en su pasado. Sombras de lo efímero.
Navío que fue y que ha quedado sepultado por el mar que le dio vida. Devorado con sed de ser hasta la última polilla.
Ya no volverá a posarse sobre la mar, ya no será bañado por la luz terrestre.
Ya no es ni será.
El mar. La calma. El cielo. El Sol. La tormenta. La mar. El fin.

viernes, 1 de marzo de 2013

Tóxico. Déjà vu.

En el túnel de los recuerdos vas trazando círculos oblícuos con tu vuelo. Escondiéndote en cada hueco, en cada fisura de mi mente. Escapándote por los filos inacabados entre las líneas rectas que se cruzan, una sola vez pero no más. Escalando una llamarada intrépida y fugaz de luz, una descarga eléctrica provocada por el choque de mis neuronas. Déjà vu.
En otro hombre vi esos ojos de vasilisco. Quizás hace no mucho. O tal vez no... Hipnotizante danza de tus pupilas, grandes océanos negros que me ahogan sin piedad. Desembocadura del deseo. Puerta de la pasión. Remanso de ruido incesante que taladra mis ojos en mil pedazos. Electricidad.
Espiga que enrojece mi piel sin tregua. Escozor en los labios por besos que me reclaman. Cabello con complejo de tu refugio. Rayo.
Se entrelazan, se sumergen, se elevan, se separan. Almas indomables jamás controladas, nunca encontradas, sin haberse visto una reflejada en la otra. Espejo mortal.
Merodeando mi ser como águila rapaz. Esquivando tu mirada atroz. Te acercas. Me alejo. Reacción.
La bomba en nuestro interior marca el comienzo. Marca el final. Explosión.
Brazos, piernas, cabezas, torsos, manos, labios, ojos. Se desparraman por el fondo de la niebla, allá a lo lejos. Huracán.
Unidos en mitad del olvido. Separados en el recuerdo. En el páramo ardiente de sus pechos construyen su eterno encuentro. Trueno.
Quizás sus cuerpos se encuentren a sí mismos. Quizás sus almas se amansen con la música de sus voces. O tal vez no... Déjà vu.